En general se acepta que el magnetismo de la materia es el resultado del movimiento de los electrones en los átomos de las sustancias. De ser así, el magnetismo es una propiedad de la carga en movimiento y está estrechamente relacionado con el fenómeno eléctrico. De acuerdo con la teoría clásica, los átomos individuales de una sustancia magnética son, en efecto, diminutos imanes con polos norte y sur. La polaridad magnética de los átomos se basa principalmente en el espín de los electrones y se debe, sólo en parte, a sus movimientos orbitales alrededor del núcleo. La figura 29.6 ilustra los dos tipos de movimiento de los electrones. No deben tomarse muy en serio los diagramas de este tipo, ya que aún se ignoran muchos aspectos relacionados con el movimiento de los electrones. No obstante, creemos firmemente que los campos magnéticos de todas las partículas deben ser causados por cargas en movimiento, y tales modelos nos ayudan a describir tales fenómenos.
Los átomos en un material magnético están agrupados en
microscópicas regiones magnéticas conocidas como dominios. Se piensa que
todos los átomos dentro de un dominio están polarizados magnéticamente a lo
largo de un eje cristalino. En un material no magnetizado, estos dominios se
orientan en direcciones al azar, como indican las flechas de la figura 29.7a.
Se usa un punto para indicar que una flecha está dirigida hacia afuera del
papel, y una cruz indica una dirección hacia adentro del papel. Si un gran
número de dominios se orientan en la misma dirección, como muestra la figura
29.7b, el material mostrará fuertes propiedades magnéticas.
Esta teoría
del magnetismo es muy útil porque ofrece una explicación para gran número de
los efectos magnéticos observados en la materia. Por ejemplo, una barra de
hierro no magnetizada se puede transformar en un imán simplemente sosteniendo
otro imán cerca de ella o en contacto con ella. Este proceso, llamado inducción
magnética, se muestra en la figura 29.8. Las tachuelas se convierten, por
inducción, en imanes temporalmente. Observe que las tachuelas de la derecha se
magnetizaron, a pesar de que en realidad no se han puesto en contacto con el
imán. La inducción magnética se explica por medio de la teoría del dominio. La
introducción de un campo magnético provoca la alineación de los dominios, y eso
da por resultado la magnetización.
El
magnetismo inducido es, a menudo, sólo temporal, y cuando se retira el campo,
los dominios gradualmente se vuelven a desorientar. Si los dominios permanecen
alineados en cierto grado después de que el campo se ha eliminado, se dice que
el material está permanentemente magnetizado. La capacidad de retener el
magnetismo se conoce como retentividad.
Otra propiedad de los materiales magnéticos que se
explica fácilmente a la luz de la teoría del dominio es la saturación
magnética. Tal parece que existe un límite para el grado de magnetización
que experimenta un material. Una vez que se ha alcanzado dicho límite, ningún
campo externo, por fuerte que sea, puede incrementar la magnetización. Se
piensa que todos sus dominios ya se han alineado.
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